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miércoles, 18 de marzo de 2015

La ciudad de las mordidas

Ricky Martin graba un video musical en Cartagena. Su nuevo tema se llama “La Mordidita” y lo ambientan en las calles del Centro Histórico. Es una lástima que este cantante haya empezado a grabar, porque antes de que lo hiciera me hubiera gustado hablar con él para decirle que en esta ciudad hay todo un catálogo de lugares en donde él puede encontrar la alegoría perfecta para una verdadera “Mordidita”.
Había que contarle a Ricky Martin que Cartagena es una ciudad mordida desde tiempos inmemoriales, desde su miserable fundación por parte de Pedro de Heredia y su corte de ladrones, hasta la alcaldía más reciente en donde todavía se discute si hubo o no hubo un desfalco en el desmonte del alumbrado navideño del año anterior.
Este artista puertorriqueño debía saber el por qué los contratistas hacen y deshacen tantas obras o cómo algunos concejales solían pelearse como perros la pavimentación de las calles.
A él pudimos haberle dicho que fuera a las estaciones de Transcaribe y advirtiera el modo en que la ineptitud malintencionada de los funcionarios las ha transformado en las letrinas públicas de los indigentes. “Vete en tu automóvil, brother -le diría- a toda velocidad, rompe una que otra norma de tránsito para que luego compruebes que no tendrás ninguna sanción si le das una buen ‘cuadre’ a los policías”.
Y es que Cartagena es una ciudad que no solo ha sido mordida por la corrupción. La muerden la negligencia y el descaro. La muerden toda clase de animales. Ni yo mismo estoy seguro de si somos el “corralito de piedra” por el sector amurallado o por la fauna de lagartos, burros y vencejos que a veces nos gobiernan.
Los ciudadanos también tenemos la culpa de que todo resultara así: nos hemos mordido la lengua durante largas décadas, como si el miedo (o tal vez la indiferencia) nos hubiera puesto un parche en los labios. Fuimos y seguimos siendo seres con la boca llena de piedras que nunca hemos arrojado. Hemos tenido que tragarnos un cerro de protestas y desencantos. Nos mamamos a un Nicolás Curi, a un Dionisio Vélez y a una recua de concejales perpetuos e inservibles. Si la idiotez y la complicidad politiquera triunfan, nos tendremos que mamar a un Quinto Guerra.
Si tan solo hubiese podido decirle todo esto a Ricky Martin… a lo mejor su video de “La Mordidita” hubiese sido en el Concejo Distrital o en el Palacio de la Aduana. Hasta en algunas Juntas Administradoras Locales hubiese sido posible. Nunca se sabe. Hoy en día, en cualquier sitio y desde cualquier institución puede esperarse el escándalo.
Mientras tanto, la mal llamada “fantástica” se desmorona todos los días de bocado en bocado.

http://www.eluniversal.com.co/opinion/columna/la-ciudad-de-las-mordidas-8277

miércoles, 4 de marzo de 2015

Grandes Alquimistas

Hay algo que todos los jóvenes colombianos deberíamos saber sobre nuestros gobernantes más aguerridos al poder: nos tienen miedo. Y no precisamente porque seamos los funcionarios corruptos que vienen detrás a quitarles el puesto, sino porque algún día nuestra capacidad de llegar a cambiar el mundo podrá barrer con todas las malas costumbres de las viejas clases políticas.
Los jóvenes siempre seremos una generación de grandes alquimistas, destinados a transmutar el plomo de la violencia en asombrosas ideas pacíficas. Ya Jaime Garzón lo decía: si no somos nosotros los que asumimos la dirección del país, nadie va a venir a salvárnoslo ¡nadie! Por eso algunos marchamos y otros estudiamos con un libro en la mano y un huevo filosófico en la cabeza, constantemente dispuestos a modificar la envilecida materia de nuestros días.
A veces me pregunto a dónde iremos a parar si la juventud continúa cayendo en la trampa de repetir las mañas con las que aquí se ejerce la politiquería. Qué va a ser de Colombia si los nuevos ciudadanos quieren seguir viviendo en la antigua Colombia, si los que van creciendo estrenan su mayoría de edad vendiendo el voto o se lanzan a cargos públicos pensando en morder astutamente la dulce lonja del erario.
Atrás deberían quedar estos ejemplos, el pasado debería ser la única residencia de cada uno de los demonios engendrados en el seno de nuestras instituciones gubernamentales. Hemos sido esclavos de una hegemonía ilegítima que construye sobre nuestros años una juventud baldía. Nos han enseñado métodos falsos para cambiar la realidad, paradigmas sociales desprovistos de una ética y, sobre todo, nos vendieron como terrorismo el escenario de la rebeldía.
“Tal vez algún día dejen a los jóvenes inventar su propia juventud” afirmó en una ocasión Quino, el creador de Mafalda. Creo que ese día ha llegado. Es el momento de tomar los alambiques y destilar tanta porquería. El carrusel de las contrataciones, los sobornos a las altas cortes judiciales, la parapolítica y la Farc-política, los “ejércitos” de antirrestitución de tierras, el acoso a la oposición política, etcétera. Todas esas cosas tendrán que permanecer en el chicharrón metálico que le sobró a José Arcadio Buendía la tarde en que al fin pudo rescatar las monedas de oro de Úrsula.
Muchachos, seamos jóvenes para hacernos un futuro y aprovechemos que nos tienen miedo. Es muy posible que cuando expresemos una opinión nos censuren con el argumento de la inmadurez. Ustedes sólo respondan que aquí estamos para exorcizar todos los demonios de la patria y que en Colombia los diablos nunca han sabido más por viejos que por diablos.