Allí dentro, en algún lugar de su mente, Dionisio Vélez Trujillo cree que ha sido el mejor alcalde en la historia de Cartagena. Él está convencido de que en sus dos años de gobierno atípico hizo con la ciudad lo que ningún mandatario ha podido. Y lo que es peor: nadie podrá persuadirlo de otra cosa distinta al supuesto hecho de que su imagen pública crece favorablemente todos los días.
De nada sirve que la gente se queje y se fastidie ante sus malas decisiones, pues el tipo no tiene remedio. Me lo imagino viéndose al espejo cada mañana y piropeándose su propia gestión administrativa como aquella bruja del cuento de Blancanieves que vivía de la palabra de su espejito de mano y no de la autocrítica.
A Dionisio no ha habido algo o alguien que lo saque de su mundo de ensoñación profunda. Estamos ante un alcalde terco, imprudente, arrogante e inexperto que se dedicó a imponer su desatinado punto de vista a problemas que merecían más de una asesoría colectiva, por no decir que necesitaban de la opinión de los ciudadanos. Es por eso que en su administración hubo actos tan estúpidos como gastarse el presupuesto del distrito en portarretratos suyos para los colegios públicos o en construir una placa conmemorativa en honor a unos ingleses que asediaron a la ciudad en el siglo XVIII.
¿A quién si no es a Dionisio se le ocurriría juntar las Fiestas de Independencia con el Concurso Nacional de Belleza? ¿A quién si no es a este viejo Narciso se le pasaría por la cabeza olvidar apoyar al Cabildo de Getsemaní y construir el adefesio de la “loma” de Marbella?
La falta de planificación de Vélez no tiene precedentes, y la movilidad en la ciudad es un caos sólo porque él quería que su gobierno fuera el que tuviera la audacia de terminar Transcaribe. Este bochornoso acto de vanidad implica también una gran irresponsabilidad: pese a que Cartagena necesita culminar su sistema de transporte masivo, adolece de la infraestructura adecuada para ponerlo en marcha, ya que faltan puentes peatonales en las estaciones, no se ha ejecutado el plan de semaforización y mucho menos completado el programa de chatarrizar las busetas. Además ¿hacer esto en temporada navideña? Definitivamente a nuestro alcalde le faltan buenos asesores y sentido común.
Para cuando el 2015 acabe, Dionisio saldrá de la alcaldía y despertará de su grandeza ilusoria. Se dará cuenta de que su paso por la ciudad estuvo lleno de penas y desprovisto de gloria. Quizás su único consuelo sea el crecimiento del nuevo edificio de Tecnar.