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miércoles, 2 de marzo de 2016

Modernidad en paz

Hace unos días, durante la inauguración de las obras de ampliación del Puerto de Mamonal en Cartagena, el presidente Juan Manuel Santos dio un discurso en el que explicó lo que para él significaba el proceso de paz en una sociedad moderna. “Firmar la paz”, dijo, “nos va a convertir en un país normal en el que podremos recibir a muchos más turistas”, y remató con la siguiente frase: “inversionistas chinos esperan el fin del conflicto para desarrollar un hotel en el Eje Cafetero”.
A partir de aquellas afirmaciones, uno como ciudadano debería hacerse varias preguntas importantes: la paz, ¿se va a lograr para los colombianos o para el bolsillo y las buenas finanzas de los extranjeros? El campo, ¿quedará libre de guerrillas para los desplazados por la violencia o para que las multinacionales exploten los recursos naturales que antes no podían?
Confieso que me siento contrariado porque pienso que la paz, antes que cualquier cinismo comercial, es una labor social destinada a reivindicar la economía de los campesinos despojados de sus tierras. Eso no implica que no reflexionemos en torno al desarrollo del sector turístico ni abandonemos por completo la idea de un mercado global. Al contrario, esos temas hay que considerarlos pero en una escala de prioridades.
Si muchas personas de este país optaron por los diálogos en La Habana ha sido porque esperan que no se perpetúe la preocupante lista de víctimas y pueblos asediados por la metralla y el choque sangriento de posturas políticas. El presidente debería entender que el bienestar de los turistas y de los inversionistas es una coyuntura posterior a esta preocupación.
No obstante, ahora que releo mejor los comunicados de la cuenta oficial de la Presidencia de la República en Twitter advierto que Santos no habló, literalmente, de una “paz moderna” sino de una “modernidad en paz”. Es decir, mientras muchos colombianos se ilusionan con un proceso de paz que involucre los ideales de la Revolución Francesa, la Declaración de los Derechos del Hombre y la tan pregonada filosofía de la libertad, la igualdad y la fraternidad, el Gobierno Nacional aspira al fin del conflicto para llevar a cabo una política nociva de economía internacional en donde los grandes empresarios al fin puedan realizar sus negocios con tranquilidad.
Modernidad en paz, lo mismo que decir neoliberalismo fácil. En otras palabras, para que a los reaccionarios no les suene tan mamerta la idea: de no apersonarnos del proceso esta será una paz en la que los tipos con plata puedan explotar el territorio con toda la comodidad y la calma.