Alguna vez, caminando por Getsemaní, vi a un carretillero en cuya carretilla remolcadora de chatarra estaba escrita la siguiente frase: “La vida es dura pero no dura”. Al leerla, supe que eran palabras que habían sido pensadas con la melancolía de los pobres: su esfuerzo diario y poco recompensado, el tardío pan ganado con el sudor de la frente. La vida en Cartagena sería difícil para hoy y para siempre y se acabaría en un momentico sin que nos diéramos cuenta; ése era el agrio mensaje cotidiano que empujaba aquel negro sin camisa que yo había visto en las calles de Getsemaní.
Pero no todo es arduo trabajo en el “Corralito de Piedra”, hoy convertido en el Circo del Caribe. Al laborioso carretillero habrá que decirle que en la capital de Bolívar hay tipos que se ganan la vida fácil, que no mueven ni un dedo, ni aguantan el sol caliente del mediodía. Me refiero, por supuesto, a los concejales del actualmente no tan honorable Concejo Distrital de Cartagena de Indias.
Resulta que cada concejal se gana unos 438.000 pesos por sesión. Si tomamos el pasado mes de octubre y revisamos en las bitácoras del Concejo el tiempo que duró cada sesión, descubriremos que hay sesiones que ni siquiera superan los 30 minutos, como por ejemplo, la sesión del miércoles 5 de octubre, que se inició a las 9:42 am y finalizó a las 10:07 am (¡25 minutos!). Ese día nuestros concejales solicitaron un informe a la Oficina de Atención y Prevención de desastres sobre los efectos del huracán Matthew. De haber hablado los 19 servidores públicos, habrían salido, cada uno, a 1 minuto y 18 segundos. Por ese ‘pesadísimo’ trabajo se embolsillaron casi medio millón de pesos, salido directamente de nuestros impuestos.
El promedio que surge de la sumatoria de todas las sesiones del mes anterior (30 en 31 días) es de 1 hora con 17 minutos, lo cual quiere decir que en octubre cada concejal ganó aproximadamente 13,140.000 pesos, únicamente por hablar cuatro minutos por sesión. Al ver estas vergonzosas estadísticas, me pregunto: ¿es este el tiempo que se merece Cartagena? ¿Alcanzan estos cuatro miserables minutos para que cada concejal exprese una opinión sólida y significativa?
Claro que no. Esa es la razón por la cual la mayoría de nuestros concejales son obsoletos y no se les siente en el desarrollo de la ciudad: porque cuatro minutos no son suficientes para plantear soluciones, pero sí bastan para que alguno de ellos enuncie una tontería.
¡Ah, la vida fácil!
No hay comentarios:
Publicar un comentario