En este link pueden descargar todos los resultados de la encuesta: http://cifrasyconceptos.com/wp-content/uploads/2016/10/Panel-de-opini%C3%B3n-2016-VF-2.pdf?8ab3a8
Este blog recoge y actualiza mi trabajo periodístico en Colombia desde el año 2010. Cada escrito mantiene un interés por la cultura popular, los imaginarios urbanos y la importancia social de los marginados, denunciando las estructuras de poder que nos impiden desarrollarnos como una sociedad intelectual. También les comparto mi obra ensayística, con la cual he recibido algunos reconocimientos, pero nunca uno mayor como el honor de ser leído por ustedes. Ahí les dejo mi visión del mundo.
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viernes, 24 de marzo de 2017
Columnistas de opinión más leídos de Bolívar de acuerdo a Cifras & Conceptos (año 2016)
En este link pueden descargar todos los resultados de la encuesta: http://cifrasyconceptos.com/wp-content/uploads/2016/10/Panel-de-opini%C3%B3n-2016-VF-2.pdf?8ab3a8
jueves, 16 de marzo de 2017
‘Ríos de Odio’
Siempre traté de no hablar en mis escritos del pastor Miguel Arrázola, fundador de la Iglesia Cristiana Ríos de Vida, pues pensaba que mencionar su nombre era una forma de hacerle publicidad a su oratoria homofóbica, reaccionaria, racista y, en el fondo, anticristiana. “Que hablen bien o mal, pero que hablen”, parecía ser el propósito promocional de este líder religioso, y durante mucho tiempo evité caer en ese desvergonzado proyecto propagandístico. Esta vez, sin embargo, es necesaria una excepción.
La noche del 10 de marzo, en su prédica llamada ‘Viernes de milagros’, Arrázola pronunció un discurso en el que arremetió contra el periodista Lucio Torres (quien en el pasado ha visibilizado los descabellados ingresos económicos del pastor), intimidándolo con la hipótesis de su asesinato: “Yo tengo unos manes tablúos aquí con los que te puedo hacer la vuelta, dale gracias a Dios que soy nacido nuevo y tengo el Espíritu Santo y a Jesucristo en mi corazón porque hace rato estuvieras en la Ciénaga de la Virgen metido en el fondo”.
En ese mismo discurso, luego de un par de referencias en contra de los musulmanes y los judíos, Arrázola comentó: “Este es el año de la venganza de nuestro Dios, todos los que se burlaron de nosotros en el 2016, prepárense, porque Dios se va a vengar”.
El aforo de su iglesia estaba casi a reventar. Cada frase del pastor iba precedida de risas, aplausos y jubilosos Amén. Desde un púlpito con escaso público esto no hubiera sido tan preocupante, pero con miles de seguidores la cosa es distinta: el pastor se ha convertido en un líder político capaz de incitar el odio en las masas, algo que debería ser considerado por el Estado como un problema de orden público.
Da miedo ver cómo algunas personas deforman el mensaje cristiano. ¿Qué tiene que ver el ‘Sermón de la Montaña’ o las parábolas del sembrador y de los talentos con el lenguaje amenazante de Arrázola? La distancia entre la vocación poética de Jesús y el discurso chambón del líder de Ríos de Vida es inconmensurable. Mientras que Cristo se vale de un granito de mostaza para reflexionar en torno al poder de la fe, Arrázola apenas si menciona la Ciénaga de la Virgen para decir que, si no fuera cristiano, ahí terminarían sus muertos: como si el Nuevo Testamento no fuera una bendición sino un impedimento.
A todos los que no creemos en la estafa metafísica de este pastorcito mentiroso, nos queda un consuelo: dar gracias a Dios que Arrázola aún se limita a usufructuar maliciosamente el evangelio, porque si no, estuviéramos ante un tipo capaz de actos más perversos.
viernes, 3 de marzo de 2017
El mercado que no fue
Como casi todas las historias sobre obras inconclusas en Cartagena, la del Mercado de Santa Rita empieza con Dionisio Vélez Trujillo. En el 2014, durante su gobierno atípico, Vélez Trujillo comenzó el proyecto de remodelación del antiguo Mercado de Santa Rita para convertirlo en una especie de supermercado moderno que tendría por nombre “Santa Rita Plaza”. El proyecto se dividió en dos fases: la primera se llevó a cabo en febrero de 2014 y tuvo una inversión de 7.622 millones de pesos; mientras que la segunda arrancó en abril de 2015 y costó otros 4.800 millones más.
Según lo proyectado por Vélez Trujillo y sus contratistas, la obra sería terminada hacia diciembre de 2015, pero cuando la fecha llegó los habitantes de Santa Rita se encontraron con un edificio en pañales que todavía no tenía sus locales adjudicados a los vendedores y que, además, carecía de la dotación física adecuada para su correcto uso, es decir, se habían olvidado de instalar congeladores, mostradores, neveras y persianas de contención en las rampas de acceso existentes en el diseño original del nuevo mercado. La obra fue suspendida el 17 de diciembre porque no habían revisado los medidores de energía de 256 locales comerciales.
Sin embargo, estos contratiempos no impidieron que Dionisio Vélez “entregara” el mercado el 31 de diciembre, el último día de su mandato. Aquel fue un evento ridículo en el que el exalcalde no inauguró nada, pero simuló hacerlo, y los cartageneros sufrimos la estupidez (o la sinvergüenzura) de un gobernante que podía entregar una obra que días antes ya había sido suspendida.
Cuando Manuel Vicente Duque asumió la alcaldía en enero de 2016, una de sus primeras promesas consistió en resarcir la ineptitud de la administración anterior frente a este mercado. Fue así como en agosto de 2016 se invirtieron unos 1.700 millones adicionales para finalizar la adecuación del mercado. Esta vez, la promesa de apertura se fijaba en noviembre del año pasado, pero ‘Manolo’ tampoco cumplió, fiel a la mala costumbre del político colombiano promedio que promete el cielo y no da ni las sandalias de San Pedro.
En total, el Distrito se ha gastado 14.122 millones de pesos y el Santa Rita Plaza sigue siendo, en pleno 2017, el mercado que no fue. Su fachada gris e inacabada constituye un monumento a la negligencia y al abandono institucional. Mientras tanto, los vendedores que fueron sacados de su antiguo mercado con el sueño de un lugar mejor intentan ganarse, en la informalidad, la vida que la corrupción les está robando día a día.
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