Visitas

miércoles, 20 de agosto de 2014

Correo no deseado

La diferencia entre una ciudadanía digna y una ciudadanía boba radica en la manera como estas lidian con la contaminación visual, especialmente si esa contaminación es producto de las propagandas políticas. Cartagena, evidentemente, está poblada por una ciudadanía boba, tan enajenada del sentido de pertenencia por el espacio público que ha permitido que conviertan cada barrio en el escenario publicitario de la lucha por el poder político.
A veces creo que estamos literalmente sumergidos en un gran canal de televisión en el que salir de nuestros hogares implica ser bombardeados por toda clase de comerciales: vallas que dicen que bebas aguardiente, afiches promocionando el último concierto en la Plaza de toros, paraderos de buses que muestran el nuevo sabor de una gaseosa, etc. Pero no hay propaganda tan contaminante ni tan vacía como la de nuestros presuntos candidatos a la alcaldía. No sé si se han dado cuenta, pero no queda un solo rincón de la ciudad en el que Gustavo Martínez no haya pintado su nombre -o se lo hayan pintado-, así como que de cada diez automóviles seis llevan una calcomanía de Quinto Guerra en el vidrio trasero.
¿Les digo algo? Dejar que un político pinte un mural en nuestro vecindario es como si nos mearan la pared de la casa. Usted se enoja cuando ve a un borracho vaciando la vejiga cerca de su vivienda o se sulfura si el perro del vecino se cagó bajo su ventana, pero no dice absolutamente nada si viene un político de éstos y pinta “Gustavo Martínez pensando en Cartagena” en cada paredilla. Curioso ¿no? Somos capaces de borrar un grafiti cualquiera pero no nos atrevemos a dignificar el barrio quitando la propaganda electoral.
Y ésta es una propaganda electoral que, dicho sea de paso, está prohibida por ser demasiado anticipada. Si Quinto Guerra o Gustavo Martínez piensan lanzarse a la alcaldía de Cartagena deben saber que su “madrugadora” campaña viola la ley de la publicidad electoral. Si ninguno de ellos piensa ser alcalde, están violando igualmente la ley que regula la contaminación visual, además de llevar a cabo uno de los espectáculos egocéntricos más ridículos que haya tenido este país. Así que no se crean mucho si ellos llegan a decir que no aspiran a ningún cargo político.
Pienso que si Cartagena fuera la bandeja de entrada de un correo electrónico gigantesco a los candidatos políticos se les tendría que marcar como spam, pues están en todos los lugares y llenan escandalosamente los espacios destinados a información más útil. Una ciudadanía digna debería tratar a estos personajes como se trata al correo no deseado: no lo leemos, no confiamos en él y siempre lo borramos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario