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miércoles, 1 de abril de 2015

Terapia de ciudadanía

Para cargar la cruz de la ciudadanía y no morir inmolado en el Gólgota, favor leer al pie de la letra los siguientes puntos:
1. Hay que entender que Cartagena es un gran orfelinato y tú, amigo mío, eres un huérfano de la patria. ¿Crees que porque has nacido en esta tierra ya eres cartagenero? Es hora de que vayas desengañándote. Aquí todos pagamos una vida de turistas sin haber salido de nuestro humilde vecindario. Pero ojo, no confundas: nos cobran como turistas pero nos atienden como vagabundos.

2. Ve y grítale al mundo que la ciudad es tuya para que todos podamos reírnos de ti. Sí. La ciudad la perdimos hace rato. Cada plaza del Centro Histórico es como un museo en el que no estamos ni nos dejan estar. Nos toca entonces recuperarla, traerla de vuelta al corazón de los barrios populares.

3. No mires más tu dirección postal ni tu documento de identidad. Eso es torturarse. Allí dice que resides y naciste en Cartagena pero en el fondo tú no vienes de ninguna parte. Tú eres un fantasma, un sujeto invisible hecho de vidrio y sopas de mondongo que agarra busetas supersónicas y compra bolis del Chavo. En vano intentarán los medios mostrar por completo esta población de sombras hambrientas a la que perteneces. Es tu deber volverte una persona de carne y hueso.

4. Trata de no mearte las murallas pero también trata de no cagarte de miedo cuando te quejas. Por culpa del silencio hemos aguantado clases dirigentes obscenas, obras públicas intrascendentes y un gran árbol de familias que se legan entre sí el poder político que no supimos otorgar.

5. Recuerda siempre esta frase atribuida a George Bernard Shaw, escritor irlandés y premio Nobel de literatura en 1925: “A los políticos y a los pañales hay que cambiarlos seguido… y por las mismas razones”. Luego piensa en nuestro Concejo Distrital y sus concejales eternos.

6. Un barranquillero, un paisa o un bogotano pueden ser más cartageneros que tú. Un argentino puede ser más cartagenero que tú. La verdad es que cualquiera puede ser más cartagenero que tú si sigues arrojando basura por la ventana del colectivo o escupiendo en los andenes cada vez que lo sientas necesario. Ni hablar cuando vendes el voto.

7. Nunca olvides que la ciudadanía se lucha y no se obtiene únicamente por cumplir 18 años.

Ahora sí, después de haber considerado estos puntos, puedes irte al anaquel de libros más cercano y empezar a roer, como un perro callejero, el insensible hueso que no deja ver el delicioso tuétano de nuestras vidas.


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