Visitas

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Requiem por la UdeC












“Siempre a la altura de los tiempos” es el lema que la Universidad de Cartagena ha venido promoviendo desde hace muchos años como si fuera una frase mántrica que de tanto repetirse pudiera volverse realidad. Una frase que acostumbran a decir en la emisora institucional y en los discursos de grado, y que siempre está escrita en cada aviso publicitario de la administración como si la rectoría quisiera hacer un ejercicio intensivo de programación neurolingüística.
Pero la verdad es que ya eso no basta para los estudiantes y profesores. Hoy nadie se traga el cuento de que nuestra universidad pública está a la vanguardia de los tiempos, de la gobernabilidad y los nuevos descubrimientos.
La nuestra es una institución educativa anacrónica cuyo auténtico rostro está marcado por el estigma de las burocracias ridículas y los escándalos de corrupción.

Tenemos una universidad que lastimosamente es famosa por ser la única del país que mientras aumenta sus cargos administrativos disminuye su número de docentes: la prueba de esto está en sus 7 vicerrectorías (ninguna otra universidad tiene tantas) al tiempo que en la Facultad de Derecho se quedan sin profesor de Derecho Internacional.
El techo desplomando de uno de los salones de Medicina
en la sede de Zaragocilla de la Universidad de Cartagena.
Tenemos una universidad cuyos salones pareciera que hubieran sido creados con alma de auditorios, pues en donde caben cómodamente 30 personas han sabido meter a 66. Tenemos una universidad con un sello editorial que jamás le ha servido a sus estudiantes, una universidad cuyos grupos de investigación tienen que hacer malabares con el presupuesto para que la plata de los congresos rinda, una universidad en donde se caen los techos de los salones y toca dar las clases de fonética sin haber entrado en un solo laboratorio de fonética, una universidad con irregularidades en los cupos para ingresar a las maestrías, una universidad en donde los estudiantes deben vender chuzos y perros calientes para pagarse las rutas académicas.
En la página web de la universidad aparecen las 7 vicerrectorías
que han  sido  objeto de  críticas  por  parte de  los estudiantes.
Y ahora, a raíz del paro, vemos a una universidad cuya administración desprestigia a sus propios estudiantes y deslegitima sus derechos constitucionales para protestar.

¿Qué podría esperarse ante esto? ¿Que los estudiantes no reclamáramos lo que es nuestro? ¿Que guardáramos aquel silencio muy parecido a la estupidez? ¿Que siguiéramos dando nuestras clases sin inmutarnos de la irresponsabilidad con la que se ha tratado nuestro derecho a una educación digna?

Pues no. Ninguno de nosotros piensa coserse los labios, porque no anhelamos ser como aquellos personajes sin conciencia que por no exigir lo que merecen quedan reducidos a la nada.


El estado en el que se encuentra el cielorraso de algunos de los 
pasillos del Claustro de San Agustín (en esta foto el pasillo del 
tercer piso) también preocupa a los estudiantes.


     "¿En dónde está? Que no se ve, la calidad de la UdeC?"

No hay comentarios:

Publicar un comentario