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martes, 22 de julio de 2014

El buen uso de la memoria

La importancia de la memoria subyace en la necesidad de recordar aquellas circunstancias que nos formaron como seres sociales para construir un modelo de comunidad superior al pasado.
En ese sentido pienso que los políticos colombianos no han tenido memoria: han heredado los conflictos sin heredar la lección y han vivido de nuevo los mismos problemas de antaño sin que por ello persistan en una solución profunda o una reflexión sensata. Luego podría decirse que la historia de Colombia es la historia del olvido, y precisamente por eso, la historia de la guerra irresoluta y de la tragedia incesante.

Ahora un informe del Centro de la Memoria Histórica nos revela que en más de medio siglo de conflicto armado no hemos hecho otra cosa que seguir matándonos. Las cifras son cortantes: desde 1958 hasta el 2012 han muerto casi 220 mil personas y desde 1970 ha quedado una estela de 5,6 millones de víctimas. De los que murieron, el 19 % eran combatientes directos y el 81 % tan sólo unos civiles.

Estas estadísticas sirven para mostrar las repetidas veces en que el país ha sido el náufrago de su propia inconsistencia ideológica y constituyen a su vez un terrible pero eficaz argumento para sustentar la idea de que durante décadas de violencia los más afectados hemos sido la gente particular, los pobres espectadores, la audiencia del común que contempla y vive el desvergonzado circo de nuestra tradición política.

Creo que todo lo que hemos sufrido como nación es producto de la ineptitud de nuestros gobernantes para aprender de las circunstancias que ocurrieron y que no se solucionaron. Ellos están repletos de experiencia pero vacíos de interpretación, conocen todo lo que ya sucedió y está sucediendo pero carecen de imaginación, de técnicas trascendentales para la convivencia en el siglo XXI. Por eso no es raro que ataquen los diálogos de paz y utilicen argumentos tan deshumanizados como que estos promueven la impunidad y apoyan la reelección de Santos. Estoy cansado de los procesos de paz que fallan por la poca convicción de las partes en lograr un acuerdo, no soporto ya que la estadística de sangre continúe su marcha sobre el mapa de Colombia. Sólo puedo preguntarme ¿hasta cuándo vamos a vagar en este presente de retrovisores destrozados, en este tiempo de ahora que se parece eternamente al pasado?

Shakespeare escribió en Macbeth que la memoria es el centinela del cerebro, suelo sorprenderme de cuánto dista aquella buena imagen de nuestros recuerdos sin conclusiones, de nuestros centinelas dormidos que no advierten a la mente cuándo estuvimos realmente jodidos.

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