Nadie puede estar seguro de su nacionalidad sólo con sacar la billetera y mirar la cédula de ciudadanía donde está el escudo nacional brillando sobre su nombre completo como la calcomanía de un bus.
La nacionalidad debe decidirse y para aprender a ser un colombiano moderno, usted deberá pensar las siguientes reflexiones:
1. En Colombia no existe la democracia. No pretendas tragarte entero un concepto sin antes contextualizarlo, ¿cómo puede ser democrático un país cuyos candidatos se la pasan comprando votos y sobornando comunidades muertas de hambre que son sin duda alguna la gran mayoría de la población? ¿Cómo inventarle aquella forma de gobierno a un territorio minado por los grupos subversivos, con personas que votan más por miedo que por criterio político?
2. Las noches huelen a cigarrillos sumergidos en la alberca, a blue jeans mojados, a lluvia incansable tejiendo la nostalgia sobre una acequia silenciosa.
3. Los medios no cuentan lo que pasa, los funcionarios públicos no cumplen lo que prometen y la gente se calla lo que les hacen. Nos encontramos en el período del mudo-idiota.
4. Estamos entre las cuatro mejores economías de Latinoamérica, pero no te sientas feliz por eso ni defiendas con sentimentalismo patriótico la evolución de tu país porque una cosa es crecimiento económico y otra es desarrollo económico, del cual carecemos. Nosotros seguimos igual de jodidos, algunos pasando filo y viviendo en cambuches, en la oscuridad de las salas sin luz eléctrica, con un gajo de recuerdos taciturnos sobre el tallo de la cabeza, esperando quién sabe qué señal del tiempo.
5. Un estudiante universitario cuesta 3 millones y un militar 18 y por tanto este es un país preparado para la guerra y no para una revolución educativa. No te extrañes entonces si la mayoría de los procesos de paz fracasan y vete haciendo a la idea de que la paz no llegará por determinaciones éticas sino por aburrimiento ya que así está planteada nuestra triste y salvaje estructura política. Cámbiala si quieres una república diferente.
6. El gamín a la vuelta de la esquina espera que reconozcas su parecido con las monedas viejas. Hay una india cruzando la calle que te reza la suerte si le das comida. Dalí pintó los barrios pobres de Cartagena.
7. La paz no sólo es el cese de hostilidades entre el gobierno y la guerrilla. Si se acabara esa guerra también habría de tenerse en cuenta el angustioso conflicto interno del colombiano común: el signo miserable que lleva clavado en los charcos de los ojos como dos pájaros muertos, su modo de vida indigna, la poca autonomía existencial de la que dispone, el vidrio roto del pecho. Aquellos aspectos son los que definen el bienestar de una sociedad, no son los muertos en la selva (que también importan), es la preocupación por las emociones de los demás y la educación con que llevemos a cabo la reinterpretación de nuestro sistema de valores.
Dígame, ¿Se siente usted colombiano?
No hay comentarios:
Publicar un comentario