En la teoría del derecho hay un nombre para las normas que no son obedecidas por la población: se les llama normas ineficaces. Se supone que cuando esto ocurre es porque la comunidad considera que la propuesta jurídica a la que van a someterse es una medida innecesaria, muy poco constructiva y una completa idiotez, ya que una gran mayoría piensa infringirla.
En estos días, que la Alcaldía de Cartagena ha expedido el Decreto 1400 para las Fiestas de 'Independencia' (véase aspectos destacados del decreto: www.cartagena.gov.co/prensa/ ) no puedo evitar pensar que la naturaleza de dicho decreto entra en la definición de lo ineficaz: su contenido es un monumento a la indiferencia social que más que regular con inteligencia lo que muestra es una falta de correspondencia con las realidades culturales de la ciudad.
Ése ha sido siempre nuestro gran problema: elegimos a personajes que dictan normas sin detenerse a entender las dinámicas sociales que nos rigen a todos, y el precio de esta incomprensión es el desperdicio de la autoridad, el fomento de un gobierno basado en las contradicciones y la censura de las tradiciones que están por fuera de lo que las élites creen “oficial”.
Si están prohibidas las bebidas alcohólicas porque se busca preservar la integridad y la paz de Cartagena, ¿será que este año no volverán a aparecer en el Bando las carrozas de las chicas Águila o las comparsas pagadas por marcas de rones y aguardientes?; Si el uso de la pólvora va a estar prohibido a menos que sean profesionales quienes la manejen ¿será que el alcalde va a contratar a esos profesionales para que nosotros los veamos?; Si disfrazarse sin permiso está prohibido ¿es posible que el año que viene cancelen Halloween para no parecer absurdos?
Dudo mucho que las respuestas a las anteriores preguntas sean afirmativas, y no porque fueran proyectos irrealizables, sino porque nuestra estructura política es tan hipócrita y tan inepta que nunca se va a permitir una solución libre de paradojas que busque con sinceridad un beneficio para la sociedad a la que ellos pertenecen. ¿Por qué en vez de tanto alarde y tanta fachada del “buen mandatario” no se toman la tarea de ingeniarse propuestas normativas realmente eficaces y congruentes que sí garanticen unas verdaderas Fiestas?
Hay demasiada descoordinación, demasiada superficialidad. Creo que hay que invertirle más a la cultura ciudadana y, sobre todo, a la Cultura, a ver si interiorizamos conductas que valgan la pena y no prohibiciones al azar, porque en el fondo estoy convencido que muchas de las normas de ese decreto, ni ellos mismos se las creen.
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